sábado, 8 de maio de 2010

Los dos Manoeles



Cuando conocí Manoel de Barros, eterno niño brasileño, criador de memórias y de histórias insólitas, yo andaba enamorado del tiempo y de los ríos que seducen al mar. Manoel de Barros nació en Cuaiabá el 19 de diciembre de 1916. Hoy vive en Campo Grande, Mato Grosso do Sul. Desde siempre se preocupó con las cosas des-importantes y descubrió que el poeta es capaz de mezclar todos los sentidos. Y fué comunista cuando joven. Cuando tenia 18 años escribió en una estatua: “Viva el comunismo” y la policía llegó a buscarlo a la pensión donde vivía. Ironicamente el primer libro que escribió lo salvó de la prisión. Cuando el policía, que llegó a buscarlo, leyó el título: “Nuestra señora de la obscuridad”!, lo dejó libre. Dejó de ser comunista cuando Luiz Carlos Prestes, después de salir de la cárcel, apoyó al gobierno de Getúlio Vargas que había entregado Olga Benário a los nazistas. Y Olga era la mujer de Prestes. No soportando el desengaño, Manoel se sentó en la acera y lloró. Se fué para el Pantanal y después al Perú y a Nueva York. Pero Manoel es poco conocido en América Latina. Una lástima. Las fronteras de las lenguas parecen cada vez más endurecidas. En Nueva York estudió pintura y cine. Es por eso que su poesía es alimentada por imágenes.
Manoel escribe a mano todos sus libros, esculpiendo cada letra, cada palabra sin hacer caso de cualquier convención gramatical, y apenas busca la simplicidad. Como él mismo dice, hay dos Manoeles: uno de sangre y el outro de palabras. El primero bebe água, el outro hace imagenes. Él se engaña con las palabras, y con las palabras engaña a los otros. El mundo de Manoel es de carne y letras. Es así Manoel.

Frases de Manoel:

“Pasaba los dias allí, quieto, entre las cosas menudas. Y me encanté”.
“La mejor forma que encontré para conocerme fué hacer lo contrário”
“La inércia es mi acción principal”
“Hay histórias tan verdaderas que a veces parecen que son inventadas”
“No necesito del fin para llegar”
“Del lugar donde estoy ya me fui”

“Que un hueso es más importante para un perro que un diamante. Y un diente de mono de la era terciária es más importante para los arqueólogos que la Torre Eifel. Que una muñeca de trapo que abre y cierra los ojitos azules en las manos de una niña es más importante que el Empire State Building. Que el culo de una hormiga es más importante para el poeta que una planta nuclear”.

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