Es navidad y aún me veo sentado en la cuneta, de pantalones cortos, las rodillas raspadas de tanto jugar, el pelo largo. De lejos miro la catedral iluminada. Como es antes del terremoto, la ciudad todavía existe. Preparo mis propios regalos. De una pequeña piedra hago una bola de beisbol.
Después tus labios tiemblan. Las calles vacías son las mismas. Tus senos me sacian. Y vuelvo de nuevo al inicio de todos los tiempos. Después me pierdo en tu sombra y me despierto en tu piel. Te daré lo que me pides.
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